De Arroyo Corto a los Grandes Lagos
Federico Kirbus - 29/04/2010Aun cuando no lo mencionan en su libro “32.000 Kilómetros de Aventuras” (Bs. As. 1930, 270 págs.), los hermanos Adán y Andrés Stoessel se inspiraron para su viaje a Norteamérica en el raíd de Aimé Tschiffely con los pingos criollos Gato y Mancha, que el suizo-inglés inició en abril de 1925 en Buenos Aires y terminó 3 años después en Washington.
Lo que sí destacan, y en esto se muestran visionarios los Stoessel, es que se proponen señalar rumbos para la futura Carretera Panamericana, que terminaría de tomar forma definitiva recién en la década de los años ’40.
Con un flamante Chevrolet ’28 con volante a la izquierda (algo inusual porque en la Argentina se circulaba entonces por la izquierda y todos los autos tenían dirección del lado derecho) inician el prolongado periplo en su pueblo natal Arroyo Corto, entre Pigué y Coronel Suárez, a las 8 horas del 15 de abril de 1928. Luego de su paso por Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Santiago y Tucumán utilizando en buena parte caminos de chacra ya que no existían carreteras ni rutas, llegan a Salta el día 30 tras una primera gran empantanada de 23 horas, por las lluvias.
Procuran llegar a Bolivia por la Quebrada de Humahuaca, pero no pueden pasar por los aluviones de barro en Volcán. Prueban entonces con más éxito por la Quebrada del Toro, donde había caminos excelentes pues eran los de servicio del F. C. del Estado a Huaytiquina. Al pasar por las borateras de las Salinas Grandes de Jujuy no ven ni rastros de huellas humanas o de animales, ni tampoco improntas de cubiertas de auto. “Un indio que se hallaba sentado en la puerta de un miserable rancho, no pudo informarnos, porque no sabía una palabra de español, y no comprendió siquiera el alcance de nuestras preguntas a pesar de nuestros gestos expresivos”, hasta que “por fin, lleno de júbilo, Adán nos señala una huella de neumático sobre la tierra blanda”, a lo que el indígena les mostró las suelas de sus ojotas hechas con un trozo de cubierta de automóvil. Igualmente, bordeando las Salinas Grandes, llegan finalmente al país vecino.
En Bolivia cruzan el Salar de Uyuni y pasan por Oruro, La Paz. Con enormes dificultades, debiendo abrir huellas a machetazos, pico y pala, llegan al Cusco. En forma análoga a Tschiffely, pasan períodos de hambre ya que los indígenas se niegan a venderles animales, por lo que tienen que alimentarse a veces de huevos. Y además, “no podíamos, naturalmente, dejarnos morir de inanición en medio de la montaña, y era por eso necesario que echáramos alguna vez mano al revólver para exigir que nos vendiesen lo que pedíamos”. Una violenta tempestad de nieve casi los hace morir en plena Cordillera.
En las sierras peruanas (como en otros sitios también) se les acabó la gasolina y debieron caminar varios días para procurarse combustible en bidones. Por Huancacocha y Puquio deben abrirse camino a pico y pala, construir puentes y pircar precarias sendas de faldeo. Así es como necesitan más de 20 días para trasponer 36 leguas (180 kilómetros).
Ya en “el país donde nunca llueve” arriban a Lima el 28 de agosto y se asombran por el gran número de hijos del Celeste Imperio afincados allí (éstos habían sido contratados para trabajar en la construcción del F. C. Central del Perú). Se sorprenden que en los restoranes chinos limeños “no cotizaban el valor de los alimentos, sino que también el de los platos que los contenían, cobrando diez céntimos por plato liso, quince por uno rayado y 20 por los floreados.”
En Lima, empero, se les habían agotado los fondos. Providencialmente actuaba por esos días la compañía teatral y circense argentina de Segundo Pomar, empresario que organizó una función a beneficio de los Stoessel. Se quedan en la capital peruana muchas semanas, por falta de dinero y porque se enamoraron de varias hermosas limeñas. Vivieron repetidos romances en varias ciudades y por eso perdieron (o ganaron) mucho tiempo. A todo esto su mecánico Carlos Díaz decide quedarse trabajando en la ciudad de los virreyes por una excelente oferta laboral que recibió como jefe de un taller.
En los desiertos de arena que en adelante debían atravesar, calzaron “neumáticos de supermedida, reforzados y con la mitad de la presión normal para no hundirse.”
Cerca de Trujillo se encuentran en medio de la nada con un grupo de personas “alrededor de una roca escuchando a un músico, barbudo y desarrapado que tocaba guitarra y cantaba coplas. Nos detuvimos y descendimos del coche para ver, pero de inmediato nos rodearon apuntándonos con las carabinas y pistolas que llevaban entre sus ropas, reclamándonos perentoriamente la entrega de todo cuanto llevábamos… y bajo la amenaza de media docena de bocas de fuego nos obligaron a despojarnos incluso de nuestras ropas, tal vez para evitarse la molestia de revisar los bolsillos”, dejándoles magnánimamente el auto porque ninguno de los facinerosos sabía manejar.
Luego de atravesar con muchas peripecias Ecuador y Colombia cruzan y entrecruzan la Gran Sabana de Venezuela. Se topan en un momento con indios salvajes (que se ven en la película) que viven de la recolección y la caza. El veneno para las flechas se prepara así: se recogen los yuyos necesarios y se hierven en una gran paila. Para verificar si la toxina ya alcanzó su punto, se toma al más veterano de la tribu, y entre cuatro lo tienen de bruces sobre la olla; si moría, el brebaje estaba a punto.
Llegaron a Caracas luego de once meses, y el 18 de mayo de 1929 a México, donde les robaron el celuloide de la película, filme que después se recuperó en forma parcial de copias que confeccionaron a lo largo del viaje, porque en muchas partes proyectaban sus aventuras para ganarse la vida. La copia que sobrevive es una reconstrucción.
Entre los numerosos contratiempos figura (y eso está documentado en la película-video) que al cruzar un río, se quedaron atascados. De noche, el agua creció y tapó el vehículo. Con paciencia desarmaron y secaron todo y lo rearmaron.
Recordarían al final “los caimanes del río Magdalena, las fiebres tropicales, desiertos, lodazales, selvas, los mosquitos implacables, los bandoleros de Trujillo, de Nicaragua y del Almorzadero, y las latas de conserva que fueron nuestro menú cotidiano durante 15 jornadas mientras construíamos una huella para continuar.”
Estimaron haber gastado “6.000 galones de gasolina”, lo cual parece cuantioso porque si recorrieron 32.000 kilómetros (mucho también) resulta evidentemente exagerado un consumo de casi un litro por kilómetro. En cambio sí es probable que hayan deshecho 43 llantas (cubiertas).
El 6 de mayo de 1930, tras casi 25 meses de viaje, llegaron a Nueva York. En Detroit la GM les hizo un gran recibimiento, quedando su coche en el Museo Chevrolet.
Lo realizado por Andrés y Adán Stoessel es una proeza de antología, hasta hace poco totalmente olvidada. Si bien estos alemanes del Volga eran oriundos de Arroyo Corto, cerca de Pigüé, en la aldehuela Colonia San Miguel, vecino a Olavarría, familiares conservan su recuerdo y recuerdos en un pequeño museo. De lo que sobrevive de aquella proeza es este repositorio, queda el libro que por ahí se consigue en anticuariados, y está la película. Ésta, en 35 milímetros positivo/negativo nitrato, había sido conservada por Clyde Stoessel, descendiente afincada en Mar de Plata.
La cinta muestra episodios casi inconexos porque fue reconstruida de retazos que pudieron recuperarse tras habérseles sustraído el material original en México. Contiene algunas escenas increíbles que hacen palidecer a muchos de los héroes actuales del 4×4.
La película se proyectó en el 21º Festival del Cine de Mar del Plata 2006, donde fue presentada de esta forma:
“Los hermanos Adán y Andrés Stoessel, acompañados por los técnicos mecánicos Ernesto Tontini y Carlos Díaz, partieron el 15 de abril de 1928 de su pueblo Arroyo Corto, provincia de Buenos Aires, con la intención de unir Buenos Aires y Nueva York. Para realizar esa epopeya, usaron un automóvil Chevrolet modelo 1928. Este raid fue cubierto en dos años y 15 días. Los contratiempos y aventuras que pasaron estos modernos conquistadores, las reflejaron en el libro “32.000 Kilómetros de aventuras” publicado en 1930, y en una película filmada mientras realizaban la travesía. El valor de las imágenes trasciende el registro de la hazaña automovilística: allí se encuentran las únicas vistas de las que se tiene conocimiento, de la antigua Managua, ya que un terremoto la destruyó casi por completo poco tiempo después de su paso. Las capitales de América del Sur todavía conservaban su pasado colonial, y los habitantes de las regiones lejanas se negaban o bien no sabían hablar español. A su paso, registraron la vida cotidiana de las poblaciones rurales y las actividades sociales de los distintos círculos que los recibieron. Pasaron un sinnúmero de desafíos y peligros: tormentas, páramos, ríos infranqueables, enfermedades, revueltas políticas y bandoleros. Hoy nos preguntamos cómo lo hicieron: los equipos de filmación no eran portátiles ni pequeños, el material virgen era inflamable y debían enviarlo a Buenos Aires por correo para ser procesado. Incluso, los registros del último tramo del viaje fueron robados junto con la cámara en México, por unos insólitos bandidos que le tuvieron “más fe al cine que a los autos”.”
El Museo de la General Motors en Detroit albergó en su momento al automóvil que realizó tamaña hazaña, y la familia de Adán y Andrés conservó la película y mostraban, con merecido orgullo, lo que habían logrado dos jóvenes de Arroyo Corto. Los originales positivo y negativo 35 mm nitrato fueron depositados hace no mucho en la Fundación Cinemateca Argentina por su descendiente, la señora Clyde Stoessel, quien, conociendo el valor de esas imágenes, sabía que debían ser conservadas para las futuras generaciones.
Recientemente fue subido a YouTube la película de los Stoessel, subdividida en siete partes, comentada y hablada, o sea mejor para entender.
Tecleá HERMANOS STOESSEL (http://www.youtube.com/watch?v=-W08EtV1ADc) y abrí desde el número uno, aunque lo mejor son los capítulos VI y VII donde incluso el coche queda tapado por las aguas de un arroyo; lo desarman, secan todo y vuelven a ensamblar.
Quedan dos incógnitas sin respuesta hasta ahora…
¿Por qué un auto con volante a la izquierda cuando los demás lo tenían a la derecha? ¿Podría en todo caso ser que los Stoessel pidieron expresamente un modelo así porque todos los demás países americanos que iban a atravesar tenían circulación por la derecha?
También: ¿dónde habrá ido a parar el guapo Chevrolet 28 con volante a la izquierda después de ingresar en el Museo de la GM en Detroit?
Categorías: Bon VivantFecha: 29/04/2010
Otras notas que pueden interesarle
Porsche 356 speedster Z originalmente falso
En 1957 Claude Storez, piloto francés, piloto oficial de Porsche y DB Panhard, le pidió a Zagato una carrocería más liviana para su Porche Speedster 356. Las soluciones de diseño adoptadas por Zagato para este auto se inspiraron fuertemente en el Porsche 550, con un parabrisas bajo de cristal curvado, unas aletas estabilizadoras traseras y un frontal aerodinámico que anticipa las formas del 911 varios años antes. Storez consiguió, gracias a este auto, algunas victorias regionales y de categoría, pero la serie se interrumpió en un accidente que destruyó auto y […]
Qui-Milano07/03/2013 23 Comentarios
721 días, 721 clásicos
Vauxhall Wyvern c.1955, Plaza de Toros del Real de San Carlos, Colonia del Sacramento, Uruguay.
Diego Speratti01/04/2013 17 Comentarios
Abierto todo el día
El título no refiere al horario de atención del negocio de cortes vacunos perteneciente al potencial dueño de esta coupé Fuego, sino más bien a las posibilidades de transformación que ofrecía este ejemplar construido por Heuliez, allá en los ochenta, cuando la marca del rombo intentaba hacer equilibrio en el difícil mercado norteamericano. Demás está decir […]
Hernán Charalambopoulos31/10/2010 26 Comentarios
741 días, 741 clásicos
Alfa Romeo Giulia GT 1300 Junior, Chacarita, CABA.
Cristián Bertschi07/05/2013 9 Comentarios
Cartel de miércoles #79
Colgado en la pared del Café Blitz, en pleno centro de Pest, a una cuadra del río Danubio. No logré que me contaran el significado del póster. Foto: Gabriel de Meurville
Gabriel de Meurville22/10/2014 5 Comentarios
417 días, 417 clásicos
Commer rural c.1956, Coronel Lorenzo Latorre y Américo Ricaldoni, Colonia del Sacramento, Uruguay.
Diego Speratti14/08/2011 1 Comentario
Lo que no se veía
Como bien dijo el amigo Rifle Sanitario, a quien desde este espacio invitamos a participar no solo como comentarista, la máquina que se ve debajo del cuerpo de la entonces señorita vestida de cuero que alteró la paz de muchos de ustedes, es una Honda Four 750 de 1969. Con cuatro cilindros y cuatro inolvidables […]
Hernán Charalambopoulos14/12/2011 8 Comentarios
La berlinetta protestante
Para desmentir al «Commendatore» que decía «auto lindo es el que gana», este Ferrari 312P Berlinetta nunca ganó nada, pero es muy hermoso (quizás sólo un escaloncito por debajo del 330 P3/4, el cual era además un auto ganador). Descendiente del 330 P4 y construida en el ’69, nació ya complicado desde el origen ya […]
Qui-Milano18/10/2013 8 Comentarios
La de las colitas de ternura infinita
N.S.U Prinz Sport ’66. Hermosa cupecita, dulcemente acariciada por Franco Scaglione, producida desde el ’59, al principio directamente en Bertone, y despuès, vista la cantidad de pedidos en Neckarsulm. En Italia son rarísimas, ya que con lo que costaba una te comprábas más de dos Fiat 600 o una Coupé 850 y media.
Qui-Milano22/03/2013 15 Comentarios
Fin de semana
Saludamos a nuestros queridos lectores en este día…. Que empiecen bien el fin de semana, y si no lo empezaron todavía, que terminen en gran forma la semana que irremediablemente morirá dentro de unas horas…
Staff RETROVISIONES29/11/2013 3 Comentarios
38 días, mucho óxido
Desarmadero «El Nene», Ruta 20, Urdinarraín, Provincia de Entre Ríos, Argentina.
Diego Speratti30/07/2010 9 Comentarios
«Huang Shan», la montaña amarilla
Sin ánimos de alterar nuestro querido espacio destinado a los clásicos y transformarlo en la revista “Weekend” (¿Existirá todavía?), me tomo la licencia de hablar del paisaje más increíble que mis ojos registraron hasta el momento. Se trata del “Huang Shan”, o montaña amarilla, que de tal tiene muy poco ya que se trata de cientos de […]
Hernán Charalambopoulos25/09/2010 8 Comentarios
573 días, 573 clásicos
Fordson E83W, ¿Montevideo?, Uruguay.
Lectores RETROVISIONES21/05/2012 8 Comentarios
Pantera china
Hace pocos días, en el tercer remate en pocos meses, quedó definida la nueva propiedad de la marca De Tomaso: Un consorcio de capitales chinos con sede legal en Hong Kong del que poco se sabe y que ni siquiera tiene pagina web… Construirán en China automóviles con la marca De Tomaso, sello por el que […]
Hernán Charalambopoulos18/05/2015 13 Comentarios
Manifiesto Futurista #8
¡Estamos sobre el promontorio más elevado de los siglos! ¿Por qué deberíamos protegernos si pretendemos derribar las misteriosas puertas del Imposible? El Tiempo y el Espacio morirán mañana. Vivimos ya en lo absoluto porque ya hemos creamos la eterna velocidad omnipresente.
Cristián Bertschi10/08/2010 2 Comentarios
Maserati A6GCS PF 1/24 la hermana
Van aquí fotos de la hermana de la A6GCS que se puede ver haciendo click aquí.
Lectores RETROVISIONES26/02/2013 4 Comentarios



















Ma Coca de Alzaga
Don «Kerbus»… ¡¡Sanata no!!. ¡¡A mama Coca con bananas verdes no!!. Los Chevrolet 28 que vinieron a la Argentina eran todos con direccion a la izquierda, no asi del 29 en adelante que traian direccion a la derecha.
Le recomiendo lea la nota: «Una “burrita” con historia» donde expuse mi comentario. Martin (mi Coco) si se dio el lujo de pedirle a Henry Ford un «A» 1928 con direccion a la Izquierda.
Algo similar a esto que hicieron los Rusos de Cnel. Suarez, quiero hacer yo con los muchachos de Admin en mi Tudor 28, una excursion al Pebble Beach brasilero, en Junio proximo.
Don «Kerbus», si estuviera en condiciones le dejaria un beso, pero es inminente la llegada la cosmetologa para la limpieza facial anual, y tengo miedo de molestarlo con los bigotes.
Romina
La Sra. Ma Coca. es una idola total. ¡Como sabe esta mujer!. Tendria que tener una columna en la Web.
PD: si lo ven a Trebolino, diganle ¡cuanto lo amo!
Marcelo
Bueno, yo le escribí al GM Heritage Center preguntánodoles acerca del paradero del auto, a ver si me responden……….
DS
Recomiendo la lectura de «El Rio» de Wade Davis, acerca de los 14 años que vivió en el Amazonas y sus afluentes el etnobotánico Richard Schultes, para tener una visión más científica y menos superficial y turística del uso del veneno en las flechas por parte de los indígenas que la que cuentan los Stoessel. Qué buena aventura!!!
ClaudiaStoessel
Soy descendiente de Adán y Andrés Stoessel, mi bisabuelo era su hermano. Nosotros hemos subido el video a internet, tengo el libro digitalizado. También he creado un espacio en Facebook «Homenaje a los Aventureros Alemanes del Volga Adán y Andrés Stoessel». El póximo mes de abril si se puede, haremos un encuentro de autos en Arroyo Corto, para el aniversario del pueblo y en homenaje a los Hermanos, con Juan José de Victoria. Con respecto al Chevrolet, nunca se ha podido localizar, en 1978, un sobrino viajó exclusivamente a EEUU, sin suerte. Gracias por compartir esta historia!