México lindo y querido
Hernán Charalambopoulos - 21/10/2009Y si… ¡Hoy tenemos un día Volkswagen! Es que subiendo la nota del amigo GF acerca de sus experiencias con la cucaracha, recordé mi último viaje a México, ya que de otros tengo sólo imágenes borrosas y varias lagunas, producto de las trasnochadas con mi amigo Speratti y con otro oscuro personaje al que estamos convenciendo para que se integre al elenco de colaboradores ocasionales.
En este último viaje me tocó ir a visitar a una buena amiga, de esas que uno a veces tiene la suerte de disponer en lugares estratégicos del planeta. Cambiar las nubes prusianas por el sol Maya era un excelente negocio bajo todo punto de vista; la cara de Nakanishi-San (mi entonces jefe) por la sonrisa de mi amiga también. Una Bittburger en el Rin tenía lo suyo, pero una Corona en el Mar del Caribe, era mucho más. Siguiendo con las comparaciones, y sin querer entrar de lleno en temas de autos, hay que decir que Valeria se presentó puntual en el aeropuerto de Cancún, de la mejor manera: a bordo de un maravilloso Vocho color verde, y allí pensé que no había nada en el mundo que pudiera contra eso…
El Vocho era de una amiga de ella, y a regañadientes lo tuvimos que devolver esa misma tarde. Me quedé con ganas de manejarlo, aunque sabía que mi revancha no tardaría en llegar. A los pocos días, ya aclimatado, y con los niveles de picante y tequila razonablemente equiparados con el resto de los parroquianos, decidimos hacer un viaje corto cansados de tanta playa y vida sedentaria, al menos de mi parte, ya que Valeria enseñaba tenis a los gringos pudientes con ganas de transpirar durante sus vacaciones en el Caribe, y por el nivel de vida que llevaba, se me ocurre que serían unos cuantos.
Viaje a Chichén Itzá,= y obligados a buscar un auto… ¡Chau! Esta es la mía… Sabía que podía alquilar un auto de colección en estado seminuevo por el precio de uno común. ¡Negoción! El Vocho había dejado de fabricarse hacía poco más de un año, así que lo tendrían todavía en las agencias.
Comenzamos por las más conocidas, Hertz, nada… En Avis, al preguntar si alquilaban Vochos, me miraron con la misma cara que pondría el maitre de un restaurant francés, si ordenara para la cena guiso de mondongo con un pingüino de tinto. Cansados de las tradicionales, dimos con una pequeña pero pujante empresita local, en donde había gente de sonrisa fácil, y fue entonces que me decidí a poner un pie allí dentro. Ante mi pedido de alquilar un Vocho, sacaron el manual de customer satisfaction, y de muy buena gana me dijeron: «Señor, por ese dinero le damos un carro mucho más bonito: un Corsa…»
Sentí que se querían robar lo que me quedaba de infancia y traté de defender mi posición. «¡No, quiero un Vocho!». «A ver señor, quizás no nos entendimos, le estamos proponiendo un carro de primer nivel, con todo el equipo. ¡Si hasta «quemacocos» trae!». Allí me acordé que «quemacocos» le dicen en México al techo corredizo, y me imaginé asándome el mate en medio de la selva…
Finalmente los convencí a que me dieran el Vocho, por el precio de un Corsa. ¡Confieso que hubiera pagado mucho más por sentarme al volante de esa cucaracha para recorrer un pedazo de México!
Partimos hacia nuestro viaje en busca de los tesoros Mayas a bordo de mi nuevo amigo, no sin antes dar miles de vueltas inútiles pero altamente emotivas, con el sólo fin de pasar más tiempo apretando el volante.
Es de lo mejor que me tocó manejar, una experiencia sensorial de alto vuelo, y aquí pido perdón a los talibanes del auto sport, pero a bordo de ese aparato uno no puede dejar de sentirse diferente. Clavado en un piquete un 23 de diciembre al mediodía, quizás no sea el lugar elegido para disfrutarlo, ya que no es precisamente la circulación de aire en el habitáculo lo que lo inmortalizó, pero brinda satisfacciones que difícilmente se puedan olvidar. El motor parece un ventilador Yelmo con las aletas tocando contra el enrejado, nunca se calla, pero te avisa en todo momento lo que estás haciendo. El interior invita continuamente a la sonrisa, y quienes critican su espacio claustrofobizante, deberían tener en cuenta que la proximidad con el copiloto, en caso de ser este del sexo opuesto, pide a gritos poner siempre segunda o cuarta, no interesa la velocidad, pendiente o accidente geográfico que tengamos por delante, siempre segunda o cuarta…
¿Qué puedo agregar? Sólo que después de dos días inolvidables, me tocó devolverlo, y confieso que le guardo un gran recuerdo. Cada vez que me toca subir a uno, no pierdo ocasión de congratularme con el dueño, y aconsejarle que no se desprenda de él, excepto con los taxistas de Ciudad de México, que me mirarían con la misma cara que pusieron los empleados de Avis cuando les pregunté si alquilaban Vochos.

Fecha: 21/10/2009
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Jaja me encantó la nota por 2 cosas, mi novia ayer se fué a Mexico de vacaciones y le pedi que me traiga algo del «Vocho» (previa aclaración que ese era el famoso Escarabajo),me preguntó si estaba seguro de si iba a haber algo, sin dudar le respondi que en su vida volverá a ver tantos Escarabajos juntos.
Por otro lado me recuerda a las últimas vacaciónes en Brasil donde buscaba por todos lados alguien que alquile Fuscas…muy a mi pesar terminé con un Gol 1.0…
El Rey Dasmi
Jajaja!!! Al griego se le subía la rubia a un yugo y se fanatizaba igual
cinturonga
contanos mas de la maquina !!!! el escarajo lo puedo ver donde sea, no hay mucho mas para agregar…
Zitronetta
Che, que buena nota…bah, despuès de la foto mucho no habìa para agregar.Para cuando el calendario retrovisiones ????
Gus
Muy divertida, vos estás del bocho macho!
Algunas fotos mas de la chica, habrá?
juan ponzio
HERNAN,ESE FUE MI PRIMER AUTO,ALEMAN 1966 VIDRIOS GRANDES.O SEA EMPECE EN UN CLASICO COSA QUE EN ESE MOMENTO NI SABIA.GUARDO DE EL ALGUNAS FOTOS Y UN RECUERDO EXCELENTE.ES REALMENTE DISTINTO A TODO.
Jason
A mí sucedió muy similar …
En 2000, VW nos invitó a conocer la línea de montaje del Bora en Puebla.
Insistí mucho para visitar el lugar donde se producian Vochos – pero la gente de comunicación ignoró mi súplica.
Intenté poner a prueba un Vocho de la flota de prensa, pero VW México parecía avergonzada.
Debo confesar que no tenía ningún interés en el Bora – y acepté la invitación sólo para conocer la última planta de Vochos del mundo … Era una oportunidad única (y sería la última).
Bueno: en el día en que veríamos la fabricación del Bora, salí discretamente por una puerta lateral y caminé hasta el nido de cucarachas.
¡Qué emoción: por media hora, hice fotos y hablé con la gente que trabajaba allí.
En el día último viaje, tendríamos algunas horas libres en México DC. ¿Qué hacer? Alquilé un Vocho casi 0 km en una empresita local.
(También intentaran darme un Corsa o Nissan Tsuro y quedaran curiosos acerca de mi deseo.)
Fue una tarde inolvidable. Manejé mucho, salí a barrios más pobres, conocí a dueños de Vochos.
El artículo sobre la cucaracha se publicó en la primera página. El Bora? Una pequeña nota …
déesse
Nos leen en Brasil!!! Jason Vogel dirige el suplemento de autos del diario O Globo, llamado Carros, etc. Y prometió compartir algunos de los increíbles viajes en sus Fuscas. Parabéns!!!
german vaccaro
a mi me encanta ese auto….no sabia q lo llamaban VOCHO….por que lo llaman asi? cual es la historia ?
el que mas recuerdo de mi infancia es el de la pelicula herbie q la miraba cuantas veces podia…y el de una compañerita del jardin que tenia uno en el garage
en fin….muy lindas notas del blog…c va para arriba…
nos vmos el jueves!
abrazo