El Falcon del abuelo
Diego Speratti - 12/05/2010José Pilar nació en Resistencia, adonde llegaron sus padres de origen checoslovaco buscando aquella tierra de oportunidades en que se había convertido Argentina para los europeos afectados por las miserias de la gran guerra.
Le dieron para adelante y ya en 1965, uno de sus hermanos prosperaba en Buenos Aires y tenía la solvencia necesaria para pasar por una concesionaria Ford y llevarse a casa un flamante Falcon, el auto venerado por la familia argentina de aquellos tiempos.
En la capital, este hermano mayor lo usó durante tres años, hasta el momento en que acordaron de manera fraterna que José se lo llevara a Resistencia y lo utilizara allí, reemplazando al sedán Graciela de la IAME que usaba hasta entonces. El lugar de residencia del Falcon ya no se movería más.
Aunque a José nunca le gustó manejar, no tenía más remedio que usarlo para llevar y traer a la familia, o ir y venir de su trabajo en la sede de Molinos. Así pasaban los años, agrandando la familia y sumando relativamente pocos km al odómetro con cada calendario.
Después de los hijos llegaron los nietos. Andrés Dopazo Pilar es uno de ellos. Para él, algunos de los mejores recuerdos de aquellos tiempos son los paseos en que siendo aún muy niño le pedía a José manejar el auto y el abuelo lo sentaba en sus faldas para que timoneara la salida familiar.
Ya en la adolescencia, Andrés era el único de los nietos varones que se interesaba por el Ford del abuelo, quien a esta altura lo usaba cada vez menos. En cambio Andrés, en su tiempo libre, lo ponía en marcha, lo lavaba y disfrutaba sacarle brillo, especialmente a uno de los guardabarros traseros, el que mejor conservaba la pintura celeste turquesa.
El día que Andrés cumplió los reglamentarios 18 años, el abuelo ya tenía listo su regalo: un Falcon 1965 bien conocido por todos.
Andrés lleva ahora unos nueve años conviviendo con el Falcon del abuelo. Al principio no le daba descanso, pues era el vehículo siempre dispuesto para todas las salidas diurnas y nocturnas de él y de sus amigos.
Ahora su función es otra: además de participar en los eventos organizados por el Club de Amigos de los Fierros Viejos al que pertenecen, Andrés y el Falcon han viajado en las últimas temporadas a los rallies de Villa María y de San Francisco, en Córdoba y este fin de semana recorrieron los 1.200 km que separan a Resistencia de Villa Mercedes, San Luis, para participar del Rally de la Calle Angosta organizado por AVAVIM, acompañados esta vez por Dante Daneri, el hombre de RETROVISIONES en el Chaco.
Andrés se propone ahora empezar a dejar más original su Falcon. “Le puse múltiple de escape y toda la salida, también encendido eléctrico. Los neumáticos son radiales 185/70×13 pulgadas que reemplazaron a las 6.40×13” originales, son algunas licencias pensando en el uso que le doy.
En cuanto a la parte estética, los ornamentos superiores de guardabarros son de un Falcon más actual porque no conseguí aun los que corresponden. Los tapizados de asientos se volvieron a hacer en algún momento de su existencia pero con un patrón diferente al original, lo mismo que los paneles de puerta. En el tablero tiene varios relojes adicionales, en estos puntos me gustaría trabajar”, radiografía Andrés a su querido Falcon.
Incansables caballeros del camino, el Falcon, Andrés y Dante recorrieron el viernes esos 1.200 km de Resistencia a Villa Mercedes. El sábado participaron en las pruebas de regularidad y habilidad conductiva del Rally y el domingo otra vez desandaron los 1.200 km que los volvieron a depositar en Resistencia, donde el abuelo Andrés los esperaba, ansioso de escuchar las historias de sus vástagos, y reunirse otra vez con este legado que lo enorgullece.
Fotos: Miguel Tillous y D.S.
Categorías: En cada esquinaFecha: 12/05/2010
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Fuoripista
Linda historia de este Falcon y «su» familia!!! Y qué bueno que de a poco lo vayan dejando lo más original posible.
Daniel
Estos son los autos mas valiosos de todos, aquellos cuyo valor no se puede medir en billetes, felicitaciones