El placer de viajar en Ford A
- 05/06/2015Regularmente, un grupo de amigos del Club Amigos del Ford A, valga la redundancia, organiza un viaje-paseo turístico de larga distancia para disfrutar de la nobleza y confiabilidad mecánica de sus autos.
Desde el año 2009 se realizaron ininterrumpidamente cuatro viajes, uno por año, con epicentro en diferentes ciudades de Córdoba, recorriendo gran parte de la provincia y obviamente realizando todo el trayecto ida y vuelta andando desde Buenos Aires.
Por diferentes motivos, esta sana costumbre no pudo volver a repetirse hasta este año, en la que se concretó un proyecto pensado por varios años de cambiar los aires de las sierras cordobesas por los vientos del mar, de la llanura y de las sierras bonaerenses. El itinerario, al momento de la salida, tocaría las ciudades de Mar del Plata, Balcarce y Tandil con plan de realizar unos 900 km. Al final, se convirtieron en más de 1.400 km por la tentación de visitar algunos otros sitios de gran interés durante el recorrido.
El sábado 18 de abril, seis autos partieron bien temprano desde la sede de CAFA en Vicente López con destino a la «ciudad feliz» por la ruta 2. A las 13.00 hs hicieron una parada en Maipú para almorzar y encontrarse con otro auto que había partido el viernes desde Bs. As. para hacer noche en una finca de esa ciudad. El domingo se sumaría otro auto, perteneciente a un amigo argentino residente en España desde hace más de 20 años que, al día siguiente de su llegada al país, se subió junto a dos amigos a su Tudor ’30 que guarda en Bs. As. para estas ocasiones. Finalmente el grupo se conformaría por un total de ocho Ford A y diecisiete personas.
El día domingo 19 se realizaron diferentes paseos por la ciudad de Mar del Plata. Visitamos el novísimo Museo del Mar, luego recorrimos el pintoresco Boulevard Peralta Ramos disfrutando de la vista y la brisa del mar para llegar al puerto. Después de almorzar visitamos Villa Victoria (la casa de vacaciones de Victoria Ocampo), degustando un rico té en sus galerías y escuchando buena música de cámara de la Orquesta Juvenil, para más tarde recorrer otro museo, el Archivo Histórico Municipal en la Villa Mitre.
El lunes 20 partimos por la ruta 11 con destino a Mar del Sud. El objetivo era visitar el histórico Hotel Boulevard Atlántico, el más antiguo en pie del país, inaugurado en 1889. La ilusión de tomar una foto con los autos en la fachada del hotel se desvaneció con la alta vegetación que cubre su cerco perimetral, que apenas deja verlo desde un portón de la esquina. Pero una vecina que circulaba en bicicleta por la zona, ante nuestra insistencia se ofreció a ir a buscar al dueño del emprendimiento que vivía a unas cuadras.
Así es como conocimos a Julián, que nos abrió las puertas del hotel y del túnel del tiempo para imaginar fantásticas historias del pasado. Con mucha amabilidad nos mostró gran parte del hotel y nos contó de su proyecto que ya se encuentra en marcha. Había sido contratado por una empresa para realizar su restauración, pero al tiempo esta entró en quiebra y él terminó comprando todas las instalaciones. Junto a algunos inversionistas planean convertirlo en pocos años en un hotel de 40 habitaciones, la mitad de las que tenía originalmente. Además, nos facilitó un importantísimo contacto para poder concretar otra visita que teníamos planeada para los próximos días.
Desde allí nos fuimos a conocer las hermosas playas del lugar y volvimos hacia Miramar para almorzar y visitar la II Bienal Internacional de Arte que se estaba desarrollando justo esa semana. En el parque contiguo al Anfiteatro Municipal se levantaban 20 muros que estaban siendo intervenidos por artistas de diversas partes del mundo. Además, quienes se encontraban realizando el documental oficial de la muestra, nos regalaron un muy lindo video que podrán ver al final de esta nota, entre varios otros caseros. Luego partimos de vuelta hacia «mardel» donde aprovechamos a merendar en el Mirador Waikiki con una espectacular vista del mar y de la ciudad.
El día martes 21 llegaría la primera panzada automovilística. Partíamos rumbo a Balcarce cuando apenas iniciada la caravana recibimos un llamado de último momento para visitar los locales de los mellizos Bertomeu, muy bien ambientados, con gran cantidad y calidad de autos.
Luego continuamos viaje haciendo una parada en Sierra de los Padres donde realizamos un pic-nic en la Gruta de los Pañuelos, y otro alto en el camino para conocer la Laguna La Brava, muy linda por cierto. Pero el tiempo nos apremiaba ya que teníamos una cita muy especial. Miguel, de la Agrupación Amigos Autos Antiguos de Balcarce, nos había organizado a nuestro pedido una visita en Crespi Competición. Allí nos esperaba, junto a Tulio Crespi, un ídolo, un maestro, que con sus 77 años que parecen 50, nos recibió muy amablemente con toda su humildad y don de buena gente, dedicándonos más de dos horas para mostrarnos todas las instalaciones y contarnos todas sus anécdotas, trabajos y proyectos.
Al salir de la fábrica nos enteramos que uno de los autos tenía un problemita. El amigo Miguel nos prestó su taller y Daniel nuestro socio, participante del viaje y mecánico de confianza, terminó de desarmar el motor a las ocho de la noche, comprobando que medio metal de una biela se había fundido. Nuevamente Miguel nos salvaría con un contacto en Mar del Plata que tenía repuestos. A la mañana siguiente, bien temprano, llevaría con su auto particular a los interesados a buscar una biela.
La mañana del miércoles 22 se presentaría dividida en cuanto a actividades: mientras un grupo disfrutaba de la visita al siempre interesante Museo del Automovilismo Juan Manuel Fangio, otro grupo trabajaría en reparar el auto. La biela conseguida no era la mejor, pero entre ésta y la mitad sana de la usada se armó con éxito el motor, quedando en perfectas condiciones de funcionamiento, logrando que complete todo el itinerario del viaje y la vuelta a Bs. As. sin ningún tipo de problemas.
Después de almorzar, partimos hacia nuestro próximo destino: Tandil. Ya instalados, algunos salimos a caminar por el centro. Cerca de las 10 de la noche vimos dos edificios fuertemente iluminados frente a la plaza principal. El hall de uno se encontraba abierto y allí fuimos a investigar, se trataba del palacio municipal. De pronto un personal de seguridad salió del interior y nos invitó a ingresar, ofreciéndonos una visita guiada. Le prometimos volver con el grupo completo la noche siguiente y con los autos.
El jueves 23 salimos temprano hacia los alrededores de Rauch. Gracias al contacto del amigo Julián -el del hotel de Mar del Sud-, haríamos realidad una visita anhelada por varios. Luego de recorrer 50 km por la ruta 30 y 10 km de tierra por caminos rurales llegábamos al imponente y abandonado Castillo San Francisco, lleno de historias y misterios. El mismo fue diseñado por su dueño, el estanciero y arquitecto Eugenio Díaz Vélez. El día de su inauguración, en mayo de 1930, todos los invitados estaban esperando su llegada desde Bs. As. cuando se enteraron en medio del banquete de su fallecimiento. Todos abandonaron el lugar y su hija y heredera nunca más quiso regresar.
La estancia fue arrendada y en 1958 expropiada por el gobierno provincial a causa de la reforma agraria. El castillo se fue deteriorando hasta que en 1965 se convirtió en reformatorio durante 5 años. Fue cerrado definitivamente a causa de un asesinato cometido en el lugar por uno de los internos. Actualmente sigue siendo propiedad de la provincia y ha sido cedido a la municipalidad de Rauch. Las fotos hablan por sí solas de la espectacularidad de toda la obra. Además, tuvimos el privilegio de que nos preparen un asado, almorzando bajo los árboles del lugar con vista al castillo.
Desde allí partimos a la cercana estación Egaña, por donde el ferrocarril pasó por primera vez en 1891. Luego, recorriendo otros 20 km de tierra llegamos a Rauch para sacar una foto frente al Palacio Municipal diseñado por el arquitecto Francisco Salamone. Con la satisfacción de haber vivido uno de los mejores días de la salida volvimos a Tandil llegando al anochecer, donde todavía nos esperaba la visita guiada nocturna en la municipalidad local, otro edificio imponente, sobre todo por el lujo de sus interiores que incluyen una escultura en mármol del artista Boero y el Salón Blanco imitación del gran comedor del Castillo Chantilly, entre muchas otras cosas.
El día viernes 24 se aprovechó para realizar los tradicionales paseos turísticos de Tandil: Lago del Fuerte, Reserva Natural Sierra del Tigre, Cristo de las Sierras, Cerro Centinela, Monte Calvario, La Piedra Movediza, el Parque Independencia, y el recientemente inaugurado Monumento a Pappo, en el Paseo de los Pescadores. Por la noche nos restaba una visita muy especial al Museo Vehículos de Época de Tandil, de amplias instalaciones con buen número de autos y motos para todos los gustos, donde fuimos muy bien recibidos y agasajados con una gran picada y asado para más de 30 personas a cargo de los artífices del lugar, Eduardo, Juan Carlos y demás amigos.
Finalmente el sábado 25 llegó el día de la vuelta a Bs. As. con la tristeza del final pero con la convicción de haber vivido y conocido lugares inolvidables entre amigos. Un paseo diferente, un nuevo destino y un nuevo logro para los queridos Ford A. Gracias a ellos pudimos disfrutar entre tantas imágenes que quedarán grabadas en nuestras retinas, del amanecer en el mar y del atardecer en el campo, contemplando la compañía de la sombra de nuestros autos en la ruta, con la tranquilidad de viajar a la velocidad del paisaje.
Fotos: Gonzalo Balaguer (Socio CAFA Nº 19)

Fecha: 05/06/2015
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Felicitaciones a CAFA porque no recuerdo ningun rally de autos clásicos tan completo e interesante. Creo que nunca se aprovechó tan bien la provincia de Buenos Aires. Ojalá hagan muchos más.
Ford es Ford.
10w30
Muy buena nota. Me trae el recuerdo de haber aprendido a manejar sobre los rastrojos con un Ford A Phaeton que en esa época estaba lejos de ser considerado un clásico. Era más bien una be
stia de trabajo de pequeños constructores, chacareros repartidores, etc. El ruido del indestructible «flat head» sonaba como Pichica-Pichica -Pichica. Sin tener las estadísticas en la mano, diría que por esa decada del 30 habrá sido el auto más vendido del país.
Saludos y sigan pichicando.
GV
Qui-Milano
Mis primeras manos arriba de un auto clàsico (en aquella epoca era un auto «viejo») fue con un Ford A del ’30.
El padre de mi amigo de la secundaria se lo trajo desde General Villegas, donde estaba parado desde hacìa mucho tiempo, arriba de un camiòn y le metimos mano adentro hasta que lo hicimos arrancar, con gran susto del vecindario y de los cientos de chinches que salieron de su nido metalico.
De a poco lo fuimos poniendo en orden (siempre en la calle Carlos Calvo, en San Telmo), los repuestos se conseguian todos en Warnes en un negocio especializado en Ford A y T
Al final fuè repintado en verde ingles con guardabarros negros y llantas de madera.
Muy lindo era cuando con el padre de mi amigo al volante saliamos a fumigar el barrio de San Telmo y costanera sur con la capota baja y todos los amigos (siempre unos diez) encima… Fue llevado a la quinta de Paso del Rey donde lo usabamos para ir a buscar materiales de construcciòn o bolsas de carbòn donde algunos amigos de lo ajeno, una vez, le robaron las seis gomas con llantas de madera, dejandolo al pobrecito en el piso…
Fuè mi primer encuentro con lo clàsico… de ahì para siempre
ssjaguar
Qui-Milano…¿cómo llantas de madera en un Ford A?¿se las cambiaron?..si así fuera,debieron cambiar punta de eje y demás,ya que de otra forma no es posible.
Mariana
Lindisimo!
Qui-Milano
Venían con el auto… Me las acuerdo bien ya que me tocó lijarlas una por una y darle el «floating»… Tenia quince o dieciséis años y no sabia nada de originalidad…
ssjaguar
Pues,si era un Ford A;alguien se las había cambiado;ya que nunca hubo ninguno que las trajera.
Es más, los últimos Ford T,tampoco las traían,puesto que los últimos ya no las usaban más.