Crónica de la nueva aventura del Berta LR
Santiago Sanchez Ortega - 10/07/2010Fue una decisión apresurada y un tanto irresponsable, como me gusta. Dieciseis horas después estaba arriba de un tren saliendo de Waterloo Station rumbo a Fleet Station para encontrarme con mis amigos Iriarte, Cato y Rodolfo. Luego de una hora de viaje admirando los comienzos de la campiña inglesa llegué a la estación donde Freddie y Cato me fueron a buscar. Freddie es el hijo de Roger Smith, un viejo amigo de Rodolfo que vive hace treinta años en una iglesia de 1800 rodeado de tumbas y galpones con alucinantes automóviles del periodo vintage. Algunos de estos autos eran un par de Voisin, otro par de Bugatti (una Brescia y una 57), un Lombard, Amilcar, Salmson, Invicta, AC, Austin Seven, etc, etc. Sinceramente fue un golpe visual cuasi traumático para un fanático de los vintage.
Los Iriarte habían llegado a Inglaterra por otro rumbo algunos minutos antes que yo. Rodolfo ya se estaba aclimatando con un poco de whisky británico. La atmósfera era una mezcla de jet lag con nerviosismo previo a un examen final o a una carrera en el extranjero. Nuestros amabilísimos anfitriones nos prepararon unos catres justo enfrente al altar, hoy un imponente living-comedor con una inmensa chimenea rodeada de fotos y objetos de todas las épocas imaginables.
Nos forzamos un sueño que fue durísimo de conciliar ya que en nuestras cabezas visualizábamos intensamente los días por delante y todo el abanico de posibilidades que podían llegar a ocurrir, tanto buenas como malas. Obviamente Cato, nuestro piloto, era el más ansioso.
Día 1: Breve desayuno inglés y rumbo a Goodwood, a una hora de la iglesia por los laberínticos caminos internos de Inglaterra. Freddie fue una suerte de baqueano o GPS orgánico que nos dirigió con gran pericia por esos caminitos y recovecos rodeados de cercos y pequeños prados de prolijísimos cultivos.
Llegamos a la puerta 4, la que nos correspondía, de los parques de Goodwood House, propiedad de Lord March la cual explota todo el año con diversos eventos multitudinarios. Nos fueron indicando amablemente hasta que llegamos al sector de los boxes de los Sport Prototipos. Ahí estaba, el Berta LR que habíamos despedido desde el puerto de Buenos Aires, ahora totalmente mimetizado con las fieras mecánicas que se iban acercando de a poco al predio. Acomodamos el auto y le terminamos de dar los últimos toques estéticos. Luego una pequeña puesta en marcha para quedarnos mas tranquilos. ¡Arrancó como si nada! Un poco de aire a las cubiertas nacionales y nos volvimos a la iglesia de Dogsmerfield, en la localidad de Fleet.
Al llegar, Roger nos estaba esperando con el Lombard (automóvil francés con gran historia en Brooklands, de 4 cilindros, 1.100 cc, doble árbol de levas a la cabeza, con doble encendido y un compresor Cozzette Nº 7 por delante) un autito con una línea perfecta y belleza por cada parte desde donde se lo mirara. Y al lado de este la Brescia preparada para que su hijo la manejara. Salimos Roger y Cato en el Lombard y Freddie y yo en la Brescia. Dimos una vuelta de casi una hora por los caminos rurales y de algunas rutas también en las cuales tuvimos que acelerar a velocidades considerables. El Lombard no me sorprendió mucho por sus características mecánicas, pero si lo hizo la Brescia que anduvo a un poco más de 100 km/h sin ningún problema ni signos de exigencia. El sonido de la caja de dientes rectos es el emblema de las Bugatti que Freddie pudo dominar muy prolijamente.
Más whisky británico y un poco de vino tinto argentino, unos bocados de algún pudín preparado por Mrs. Christine y al sobre.
Día 2: Cato volvió temprano a Goodwood para terminar la parte burocrática de la inscripción y los números, y controlar que estuviera todo bien con el auto. Rodolfo y yo aprovechamos y nos fuimos a Londres a buscar a Héctor Mocorrea, y yo de paso aproveché para recorrer la ciudad que había conocido diez años atrás.
A la vuelta nos encontramos todos en un pub de un pueblo cercano donde se reúnen varios socios del VSCC (Vintage Sports Car Club) a comer, tomarse unas cervezas y charlar de autos vintage. En la puerta había por lo menos quince autos, algún Vauxhall, Riley, Austin Seven y demás ingleses. Mientras comíamos, Roger, que recientemente estuvo en la Argentina y pudo asistir a reuniones del Club de Automóviles Sport y del Club de Automóviles Clásicos, me comentó que le había parecido extraño y un tanto triste que en los patios y cocheras de los clubs casi no había autos. Me pregunto por qué, y yo como socio de ambos clubs no supe que responder. Sé que no siempre es así, pero a pesar de tener sedes envidiables que en muy pocas partes del mundo tienen, a veces nos olvidamos que son clubs de autos clásicos o sport para ir con ellos.
Día 3: Nos quedamos un poco dormidos y llegamos al mediodía a Goodwood. Por suerte se habían cambiado algunos horarios de largada de las diferentes categorías y los Sport Prototipo salían aproximadamente a una hora y media de nuestra llegada.
La competencia del Festival of Speed de Goodwood básicamente consiste en subir lo más rápido posible la colina que hay junto a la gran casa. Calculo que deben ser entre 2.000 y 3.000 mts de trepada con la primera parte de pista plana y ancha y a medida que sube se va poniendo más empinada y angosta con paredes a los costados y curvas ciegas.
Le tocó el horario a la categoría de Cato, nos condujeron hasta una grilla de salida donde se enfilaron todos los participantes de la categoría. Fue emocionante escuchar rugir a los seis cilindros del Tornado junto a los Lola, Alfa y Porsche 917 que brillaban de fama. Finalmente salieron hacia la línea de largada que quedaba bastante lejos de ahí. Había un mini bus para llevar a los mecánicos, que éramos Freddie y yo (pobres, si supieran!) hasta la largada.
Al llegar ahí con el colectivito vimos que se había armado una gran hilera debajo de una gran avenida de árboles con todos los autos en marcha. Los motores cada vez aceleraban más y se iban calentando lentamente. El ruido y el olor nos hacia segregar adrenalina y nos erizaba la piel. Cato conservaba la calma muy profesionalmente, o por lo menos eso aparentaba. Fuimos avanzando lentamente junto al Berta hasta cierto punto donde unos ingleses disfrazados de fluo nos impidieron seguir avanzando.
Cato siguió solo hasta la línea donde otros hombres fluorescentes lo detuvieron esperando que el humeante auto anterior se alejara un poco más. Creo que la calma de Cato consistía en que su primera trepada la iba a hacer tranquilo para reconocer el circuito y aclimatarse al auto. Sonó el pito y se prendió la luz. Desde unos 100 mts pude ver como el Berta LR aceleraba y las cubiertas nacionales formaban pequeñas nubecitas azuladas sobre el asfalto. Inmediatamente el auto desapareció en la primera curva a la derecha.
La primera trepada fue un éxito, los nervios se disiparon, el auto respondió a la perfección. Todavía quedaban varias trepadas más los siguientes días, ahora todo era cuestión de bajar tiempos y sobre todo, divertirse.
Día 4: Esta vez llegamos todos temprano, ahora con un integrante más al equipo, Marcelo Jurvillier, que creo que también de una manera impulsiva e irresponsable decidió unirse a la nueva aventura de la mecánica nacional. El Berta hizo la primera trepada de la mañana. Cato lo aceleró un poco más que el día anterior haciendo sonar más agresivamente el motor del Torino y bloqueando las ruedas en alguna que otra curva. Llegó a la meta sin inconvenientes pero a la vuelta un cilindro empezó a fallar y se empezó escuchar un ruido extraño.
Ya en boxes Cato pudo descubrir lo que ya suponía, un espárrago hueco que sostiene al balancín de válvula se había partido. Por suerte antes de embarcar el auto había tenido los mismos problemas y por eso se trajo un árbol de levas completo escondido entre los calzoncillos y las camisas. Pero muy extrañamente en los Iriarte, justo ese día se olvidó el repuesto en la casa de los Smith.
El pobre Freddie casi pierde su registro yendo a buscar la pieza, la cual se la acercó su madre Christine hasta medio camino. A toda velocidad volvió hasta el predio con el repuesto salvador. El pobre inglés no perdió el registro ni la vida pero si el poco humor que le quedaba cuando llegó al box y no encontró a nadie. Resulta que justo en ese momento estaba jugando Argentina contra Alemania y todos nosotros nos fuimos excitados a buscar una televisión para alentar a nuestro equipo. Estuvimos un rato largo hasta encontrar la única TV que estaba copada por alemanes que nos echaron de la peor manera. Resultado; no vimos el partido (por suerte) y nos ganamos la bronca del joven Freddie. En una veloz maniobra conjunta de Cato y del habilísimo y siempre bien dispuesto Marcelo lograron recomponer el motorcito criollo. El día terminó bien a pesar de todo.
Día 5: Temprano en Goodwood Cato decide volver a probar el motor del Berta. Resultado: se vuelve a romper. La situación era dramática, la largada estaba demasiado próxima. Tras una brevísima discusión y meditación Marcelo y Cato deciden batir récords y con la asistencia de Gabriel Petit y la mía lograron volver a arreglar el motor. Freddie esta vez desapareció olímpicamente y quiso olvidarse de la Argentina por un rato. Llegamos a tiempo y el auto logró largar.
Otra buena actuación y los tiempos mejoraban cada vez. De regreso de la trepada volvió a pasar lo que ni nos animábamos a pensar; se volvió a partir el maldito espárrago. El problema es que al ser este hueco para que circule aceite en su interior para la lubricación, hace que se vuelva demasiado débil su espesor. Sólo faltaba la última trepada y quedaba bastante tiempo, así que el dúo mecánico decidió volver a arreglar el motor. La operación ya era de rutina y la podían hacer con los ojos cerrados.
Esta vez no los asistí y me fui a la parte más alta de la trepada para poder filmar al Berta cuando pasara. Llegué hasta una de las últimas curvas de las más altas, donde había bastante gente y sillas donde sentarse. Primero pasaron dos series de otras categorías, algunos fórmulas y algunos de turismo ruidosos y payasescos.
Entre los cambios de categorías había que esperar un ratito en el cual los relatores del evento que lo iban transmitiendo constantemente desde los miles de altoparlantes que había por todo el predio, comenzaron a hablar de cada uno de los autos de la siguiente categoría. Cuando llegó el turno del Berta LR comenzaron primero a relatar una breve historia del auto y luego a contar todos los percances que había podido superar tanto el auto como su piloto Cato. Dijeron estar muy orgullosos de poner tener este auto por primera vez en el evento y lamentaron profundamente la ausencia de Oreste Berta al cual consideran un gran diseñador y constructor de la historia del automovilismo deportivo de la época. Mi piel iba pasando de gallina a ñandú. Una gran emoción que me la tenía que aguantar solito ya que estaba rodeado de señores gordos bebedores de cerveza que poco iban a entender de mis emociones.
La vuelta del auto a boxes fue heroica con todo el team argentino y amigos festejando con excelentes vinos mendocinos. Muchos fueron los que se acercaron para felicitar a Cato y a admirar al auto que sin lugar a dudas fue el más heroico del fin de semana. Una vez mas el Berta LR volvió a dar de que hablar y volvió a ser el mejor embajador mecánico después de cuarenta años.

Fecha: 10/07/2010
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Y yo? No aparezco en ninguna, Santi. Sniff!!!
Marcelo Diaz Romero
Muy buena nota!
Maximo Palmbaum
Felicitaciones ¡¡ nota extraordinaria.
Maximo PAlmbaum
Juancega
Fui lector de su padre cuando escribía en Corsa (todavía recuerdo la anécdota de las 24 hs de Le Mans, cuando dormía bajo los autos para esquivar el frìo). Lo felicito por la nota y en algún momento me pareció que la escribía él. Como lo que se hereda no se roba lo felicito por su talento.
bongo
Muy Bueno !!!!!
Gonzalo Balaguer
Excelente relato. Un placer leer esta nota.
Felicitaciones!
HernanQ
Excelente crónica Santiago, muy pintoresca.
Felicitaciones a nuestros embajadores en tan mítico escenario.
Y de paso nomás… porque no importar esta fabulosa forma de disfrutar los clásicos como son las trepadas ? No será hora de mover los autos de una manera más emocionante para el público y sus propietarios, aunque sea en un marco menos ambicioso ? Un saludo a todo el staff.
cinturonga
Felicitaciones a los Iriarte, y al siempre predispuesto Marcelo, y logicamente a vos Santi por la nota, muy buena! casi que uno los sigue en el dia a dia y se lo imagina.
No se porque la unica diferencia que senti en el relato fue el cambio de escenario, digo, la nota me dió cierto «dejavú», jaja. Amigos, wiskein, autos, reparaciones contrareloj, final feliz (auspicia colmenga), etc. Muy buen evento! ojalá se repita.
Carinhos glandes, Cintu.
onda-retro
Excelente crónica Santiago , muy buena nota y felicitaciones a los Iriarte x la demostración en Goodwood.
Saludos, Horacio
Fuoripista
Excelente nota Santiago!! Como dice Juancega, a mí también me has transmitido toda tu vivencia como si leyera a tu viejo en aquellas recordadas notas de CORSA.
Felicitaciones a todo el equipo Iriarte-Smith y a quienes ayudaron a que el Berta LR rugiera en Goodwood.
Papanuel
Linda aventura, hermosa nota. A mí también me hizo acordar a las notas d laveija Corsa. O tempora, o mores.
Tete
Que buen programa ! Ojala aqui se armara alguna carrera de ese tipo, seguro sumaría una buena cantidad de inscriptos !
carralfer
Felicitaciones a Cato por su trabajo, a Santi por la nota y al Mago de Alta Gracia que nos hizo vibrar con sus creaciones, lastima que no estuviera presente alli.
pinco
Ahhhh !!!!! que bueno !!! hijos de tigres son !! me parece que este auto se fabrico en Cordoba ( por quedarme con algo del orgullo que da esta nota ) aca en Embalse esta el hermoso cerro Pistarini para hacer trepadas . lastima que es de tierra ,aunque es piso firme. y La Cumbre ? el Nurburgring Cordobes ? lastima que nadie me da bola !!!! un abrazo pinco y Julio Ernesto.
Fer Mariscotti
Impresionante Catoooo¡¡¡¡
Felicitaciones.
Fer
Augusto
This is an extraordinary story superbly written! Mil gracias Santi por hacernos sentir parte del Team Argentino en Goodwood. Felicitacions a Cato y a sus ‘irresponsables’ secuaces. Estaría bueno leer más anécdotas de semejante evento. Cheers, Augusto