El reposo de «Otto Von Wagen»
GF - 21/10/2009El otro día releyendo las páginas de un libro muy interesante que se llama «Pequeña Maravilla» de Walter Henri Nelson, me volví a copar con la historia increíble del surgimiento de la «cucaracha».
Es fascinante el relato de como Ferdinand Porsche soñó a lo largo de muchos años poder hacer un auto popular y como una decisión política en la turbulenta Alemania de antes de la guerra hizo posible que este vehículo sin igual comenzara a materializarse, para luego convertirse en uno de los «autos del siglo» de la mano de los aliados y del «milagro alemán» de la post-guerra.
La historia que les voy a contar es la de «Otto Von Wagen», un cabriolet del ’57 rojo con capota blanca adquirido y atesorado por mi cuñado pero que tuve la oportunidad de usar durante un tiempo. En realidad este no fue mi primer encuentro con un VW. El primer contacto que tuve con el Beetle fue en los años ’80 con un modelo ‘62 con techo al que llamaba «Bola de masilla».
Efectivamente, entre medio de tanto Renault 4 se coló «Bola de masilla», así llamado porque sus formas habían sido recubiertas por sucesivas capas de masilla plástica y pintura al ritmo de los años y los golpes pasados. También hubiera podido recibir el apodo de «reguero de aceite» tanto era el lubricante WD40 que diseminaba a su paso. Por otro lado, el hecho de ver todos los días la pinta de «Bola de masilla» era, para un amante de la bella carrocería, tan difícil de digerir como un plato de milanesas a caballo con papas fritas para un gourmet francés.
La verdad es que recién ahora me animo a confesar que he tenido un auto en tan lamentable estado. Debía sumar sin exagerar por lo menos 2 millones de kilómetros recorridos, pero lo más increíble era que todo andaba, y ¡cómo andaba! Eso fue algo que me marcó de por vida: la fenomenal resistencia y durabilidad de ese vehículo.
Luego de la enriquecedora experiencia con «Bola de masilla», que otro incauto terminó comprando, siempre quise volver a tener un Escarabajo.
En el ‘97 encontré en el negocio de un conocido y siempre simpático «marchand» de la zona norte (que ofrecía y ofrece todo tipo de cachivaches con 4 ruedas), algo que le ocurre una vez cada 20 años: tener a la venta un auto impecable y de gran valor. En efecto ahí estaba «Otto», una cucaracha cabriolet ’57 original e impecable, una perla rara de los cuales había pocos en el país.
Evidentemente el precio iba de par con la rareza del vehículo con lo cual para mi, sustentador de una familia numerosa, era demasiado alto. Sabiendo de la pasión de mi cuñado (todavía soltero y sin apuro en aquella época) por el VW, le comento del hallazgo. Él, sin dudarlo y con el arrojo que lo caracteriza, obló sin chistar la innombrable suma requerida por el «marchand» y partimos con el cabrio, pelos al viento…
Como mi cuñado en aquel entonces no tenía donde guardarlo, lo dejaba a mi custodia y venía a usarlo de vez en cuando. Es así que tuve la oportunidad de andar en esa «pequeña maravilla» de autito. Lo que me fascinaba sobretodo era que no se trataba de un cabriolet «egoísta». Efectivamente la ventaja de poder salir a dar una vuelta con toda la familia era incomparable. Esto es algo que hoy en día valoro enormemente a la hora de elegir un auto de «colección». Otra de las cosas fascinantes era su interior de cuerina blanco grisáceo haciendo juego con volante y palanca en el mismo tono y sobre todo el detalle del «florerito» en el tablero donde siempre alguna flor poníamos. Detalle que retoma sabiamente el «New Beetle» de hoy en día.
Otra particularidad era el sonido ronco del flat four que arrancaba en cualquier condición a pesar de su batería de 6V. Así transcurrieron un par de años hasta que mi segunda partida a Europa obligó a depositar a Otto en las manos de su legítimo propietario.
La cosa es que un año más tarde también su dueño migró hacia el viejo continente y la noble cucaracha quedó guardada en un lugar (que no se puede revelar), donde permanece hasta el día de hoy.
«Otto Von Wagen» duerme tranquilamente desde hace más de un lustro en algún garaje de Buenos Aires y sueña con que su príncipe azul le vuelva a dar vida.

Fecha: 21/10/2009
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Que buen dibujo y que buena historia, combo completo, sin desperdicio.
GF
Gracias Rafa, vos tampoco te quedás atras con tus cuadros!
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Todavía recuerdo cuando hiciste ese dibujo y las veces que te ofrecí ayuda para restaurar ese cabrio!
GF
Gracias Horacio por el comentario. terminaste de restaurar el 356?
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El Pre-A está colgado de lado, tomado de los soportes de paragolpes, mientras le cambian los pisos a la manera que recomiendan los especialistas. No nos salteamos nada!
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david
Hola, como estas.
Te compro el escarabajo cabrio ¿que decis?