Tanque a la criolla
Manuel Speratti - 21/12/2009Las muestras más primitivas de automovilismo de «alta costura» pueden remontarse a los comienzos de los años veinte del siglo pasado y, en particular, a Francia. Allí, en la mismísima capital de la haute couture, a la par del nacimiento de algunas de las carrocerías más elegantes jamás vistas para vestir autos de marcas como Bugatti, Delage, Hispano-Suiza o Voisin, aparecieron los autos tipo tanque, desarrollados exclusivamente para la competición.
De esta forma, pequeños vehículos de baja cilindrada se aprovechaban de los conocimientos adquiridos en la industria aeronáutica, con carrocerías con la misma tecnología con las que se fabricaban las alas y los fuselajes de los primitivos pájaros mecánicos.
La construcción básica comprendía un armazón de madera liviana y tela de avión pegada a esta, pintadas para resistir los embates de Bóreas y Apeliotes, soluciones que trasladados a los autos podían suplir las limitaciones de caballaje que imperaban en esos pequeños carros por aquellos años, al aprovechar la disminución de peso y las posibles ventajas aerodinámicas.
Si bien los autos de competición vestidos con tela desaparecieron del mapa bastante antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, en un lugar de Sudamérica, en la capital de Argentina, un coleccionista local, Enrique Sánchez Ortega, conducido por su afán nostálgico, retomó esta iniciativa arcaica y de manera no menos ortodoxa, hace unos cuarenta años.
Un trajinado carro de procedencia germana, un Wanderer W24 de 1937, con bloque de 4 cilindros, 1.767 c.c y 42 caballos, nomás cruzó la puerta de su búnker inundado de fierros viejos, fue el bastidor perfecto para dar rienda suelta al espíritu creador de vanguardia de este personaje. Así, se acabó por completar un vehículo cuya carrocería de líneas aerodinámicas, dibujadas artesanalmente en alambre que a la vez hacía de estructura, fue recubierta con una lona de tela pintada de plateado y realizada en tan sólo un fin de semana de sacrificio. El mayor secreto escondido tras la trasformación es que la mano derecha del ideólogo fue un viejo costurero de balones.
Como testigos pasivos de aquella epopeya podemos observar las pruebas en Mar del Plata y Miramar que demuestran que alguna vez el carro anduvo.
De la fama a las llamas
El objetivo tras este Wanderer tanque fue desarrollar un carro único y divertido de manejar, para participar en las incipientes actividades para clásicos de aquellas épocas. El tiempo y el destino terminarían por darle otra razón de ser a su corta pero intensa existencia.
De paso por aquella ciudad costera, un incrédulo director de circo itinerante lo divisó.
Sorprendido y, a la caza de un nuevo número que repuntara su espectáculo y sus finanzas, decidió invertirlo todo en el que sería la estrella salvadora de la compañía, el actor principal en la infalible «Rueda de la Muerte».
Trasladado a la gran carpa, con «el hombre de goma», su partenaire al volante, se produjo un cortocircuito en el improvisado circuito eléctrico y el Wanderer se prendió fuego en el mismísimo día de estreno, de la misma forma que sucedió con el espectacular zeppelín «Hildenburg» en 1937, hecho que marco el final de la vida de este fascinante transporte aéreo.
El Wanderer no sólo no salvó a la compañía circense sino que la carpa apareció al día siguiente clausurada con fajas de la municipalidad pues en la fatídica noche anterior se había comprobado que no cumplía los requisitos mínimos de seguridad. El destino de los retorcidos fierros del Wanderer es, al día de hoy, uno de los mayores misterios por develar de la rica historia automotriz gaucha.
Gina vs. Wanderer
En el 2008, BMW retomó el espíritu de aquella iniciativa del «Barba» Sánchez Ortega en este interminable camino de búsquedas que propone la industria automotriz. Iguales pero distintos, estas son algunas de las diferencias entre aquel BMW Gina y el Wanderer Tank.
# Está comprobado que en el desarrollo argentino los materiales no eran ignífugos. No está establecido aún en el producto alemán.
# En el Wanderer la tela se arrugaba como lo hace en el BMW. En el primero esto no cumplía ninguna función.
# El diseño del sistema lumínico es algo en lo cual BMW ha prestado especial atención, sobre todo por que no han querido repetir los errores de su antecesor y han logrado un concepto más integrado de formas.
# La construcción del Wanderer tuvo un presupuesto del equivalente a 500 dólares. ¿Cuántos millones habrá costado el Gina?
Fotos: Archivo Sánchez Ortega
(Publicado en Automóvil Colombia #23)
Categorías: CrónicasFecha: 21/12/2009
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Santi
Fuentes fidedignas me informaron que el primer dia que el «tank» salió del atellier del sastre mecanico fue honorablemente bautizado como El Sapo del Diluvio. Tambien me informaron que el dia que fue vendido al circense ya se llamaba Die Scheise Pferd.
Excelente el articulo del Galle!!!
Santi
P.D: Aclaro por si esta mal escrito o no se entiende, Die Scheise Pferd significa El Caballo de Mierda. Supongo que este nuevo nombre debe haber estado relacionado a algun resultado deportivo o de elegancia incomprendida.
cinturonga
muy buenas fotos! Me imagino que contaba con todas las medidas de inseguridad no? que lo pairo. «Tank» era propio de alguna marca (Bugatti?) o un generico para un estilo de carrocerias?
tanke
Cinturonga:
La denominación tank se extendió a autos que fueron construidos de manera experimental en el período de entreguerra cuya carrocería envolvente, imitaba el «perfil de un ala» con la idea de reducir el coeficiente aerodinámico.
Desde la fábrica Bugatti tomaron esta denominación como propia en los tipo 32 y 57, que eran autos de carroceria careneda fabricados en pequeñas series para G.P.; denominación que no todos los constructores utilizaron.