Deme dos DB2
Diego Speratti - 03/11/2009La semana pasada tuvo lugar en Inglaterra una de las últimas grandes subastas de esta temporada, «Automobiles of London», organizada conjuntamente por las casas Sotheby’s y RM.
Como datos generales de este remate se puede destacar que un 87% de los lotes cambiaron de manos y que los organizadores facturaron 10.9 millones de libras esterlinas (casi 18 millones de dólares) por la totalidad de los ítems.
Algunos de esas situaciones que generan un silencio nervioso y absoluto entre todos los asistentes de una subasta, fueron el momento en que un Mercedes-Benz 600 Pullman Laundaulet para restaurar alcanzó poco más de medio millón de dólares (308.000 libras), cinco veces el valor estimado de venta que figuraba en el catálogo del remate.
También salieron a la venta dos supercars Mercedes-Benz CLK GTR, un 2005 cerrado y un 2006 abierto, que en conjunto sumaron un precio de venta de poco más que 2 millones de dólares (1.1 millones de libras).
Pero el lote más impactante de todos los que salieron a remate fue el 245, un Aston Martin DB2 de 1950, con vastos antecedentes deportivos y con 52 años acariciados por las mismas manos, por el que se pagó un precio récord cuando se habla de un Aston de éstos.
El DB2 se produjo de mayo de 1950 a abril de 1953. Sus entrañas las conformaban los caños de acero de su chasis tubular, con una estructura muy similar a la que ya mostraba el modelo sport de dos litros de la marca. El ingeniero Ted Cutting, por ese entonces recién llegado a Aston, tuvo tiempo de acortar la distancia entre ejes de ese chasis, agregarle refuerzos en forma de cruz y otros laterales superiores para conseguir una base mucho más rígida que la del auto del que tomaba prestado casi todo.
El motor del DB2 de producción tampoco fue un desarrollo específico para este auto. Lagonda, la otra marca perteneciente al industrial David Brown, mandamás de Aston desde el año 1947 (de allí que las iniciales DB bautizaban a este modelo y también a sus sucesores) y al que parece le picaban los bolsillos, lo había desarrollado con anterioridad. Se trataba de un seis cilindros de 2.6 litros, con doble árbol a la cabeza, diseñado originalmente por W.O. Bentley en 1943. Lo acompañaba una caja de cambios de cuatro velocidades que transmitía sus ínfulas al diferencial trasero.
Las cuatro ruedas llevaban resortes helicoidales como elemento elástico y mientras el eje delantero tenía un esquema independiente el eje trasero contaba con una barra Panhard y brazos arrastrados. Los frenos, por su parte, eran tradicionales campanas, de 12 pulgadas aquí, y la fábrica proponía como opción reemplazarlas por unas de aluminio, más livianas, para quienes querían jugar a las carreras con el DB2.
Su elegante traje inglés llevaba la firma de Frank Feeley, diseñador que había hecho sus pininos anteriormente en Lagonda. Su propuesta de coupé podía alcanzar, según la marca, 135 millas por hora de velocidad máxima (215 km/h+), siempre que estuviese equipado con el motor en su configuración más potente de 145 HP.
Este DB2 en particular, que conservó siempre su matrícula inglesa VMF64, nació para competir y lo demostró desde su primera carrera, ya que consiguió un quinto puesto en las 24 Horas de Le Mans de 1950 con George Abecassis y Lance Macklin al volante. Esa misma temporada también compitió en Silverstone (BRDC Production Race) y en el Tourist Trophy irlandés donde culminó tercero en su clase.
Luego de esas competencias tuvo algunos meses «panza arriba», sirviendo como vehículo de uso diario del mismísimo David Brown, hasta que este decidió prestárselo a T.H. Wisdom para la Mille Miglia de 1951. Un promedio de 110,7 km/h a través de los 1.552 km de competencia fueron más que suficientes para adjudicarse la categoría «convertibles veloces y autos cerrados de producción de más de 2 litros de cilindrada».
La repasada general que se le había dado a este carro antes de la Mille Miglia se intensificó con vistas a las 24 horas de Le Mans de 1951. Los ejes del trabajo fueron conseguir unos caballos extra y reducir el peso del auto para asegurarse mejores prestaciones que las que tenía en la edición anterior de la justa francesa.
Para ello, entre otros cambios, la compresión se elevó a 8,16:1, el diferencial modificó su relación final para no castigar tanto el motor en las largas rectas de este circuito, el capot recibió una nueva parrilla de aluminio, todo el trim interior fue removido y nuevos asientos mucho más ligeros encontraron sitio en el habitáculo mientras los sillones más primitivos todavía deben engalanar alguna sala de té de la familia Brown.
De los cinco Aston Martin inscriptos en Le Mans, VMF 64 fue el que mejores resultados consiguió, otra vez bajo el mando de Lance Macklin (tristemente célebre años después por ser uno de los actores principales en el accidente de Pierre Levegh, que causó 80 muertos en la edición 1955 de esa competencia de resistencia) pero con un tal Eric Thompson conformando la dupla. Ganaron la clase de hasta 3 litros y cruzaron la meta en la tercera posición de la clasifica general.
En esa misma temporada también competiría con éxito en el Alpine Trial y volvería a Brescia a participar una vez más en la Mille Miglia para regresarse a casa con otra victoria de clase y un duodécimo puesto general.
En total fueron nueve las importantes carreras donde VMF 64 participó y, demostrando su calidad de construcción y la buena forma y suerte de sus conductores, en ninguna de las nueve tuvo que abandonar.
Algo de eso habrá motivado a que David Brown haya elegido a este DB2 para que se convirtiera en la estrella del espacio de la marca en el tradicional Earl’s Court Motor Show, también en 1952, para luego ser reconvertido a la especificación fast road y que, sin escena de despecho, volviera a su garage particular.
De 1953 a 1957 sólo cumplió esos nobles servicios de transporte de Mr. Marrón, hasta que a principios de ese último año, D.B. le vendió el auto a un amigo personal, Gerald Lascelles, que luego fuera presidente del British Racing Driving Club (BRDC), quien lo usó a discreción y placer por décadas, llegando incluso a disfrutarlo en las primeras recreaciones de la Mille Miglia Storica, en los años ochenta.
Y así llegamos al final del cuento. Después de 52 años en las mismas manos, desde el martes pasado este DB2 tiene un nuevo y anónimo dueño que pagó por él, y toda esta historia a cuestas, 903.000 verdes (550.000 esterlinas).
Categorías: CrónicasFecha: 03/11/2009
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