¡Vértigo en Tres Arroyos!
Lao Iacona - 15/03/2010Hace algunos años ya, junto a Cristián Bertschi comenzamos a investigar sobre la historia de la marca Ferrari en Argentina. Nos propusimos hacer entonces un libro que comprendiese todo, los autos sport corsa, los monopostos y los de calle. El resultado fue un solo libro, Ferrari Argentina Sports Cars, ya que la historia es tan vasta que para los autos de calle y los monopostos harán falta libros por separado.
Al adentrarnos en la actividad de los sport nos encontramos con que Ferrari ganó en Argentina todo. Desde los 1000 km de la Ciudad de Buenos Aires, todas salvo dos ediciones, hasta carreras contra los TC.
La fisonomía de los Turismo Carretera fue siempre antigua. Su porte, diseño y performance estaban lejos de los refinados autos europeos en la década del 50 o, mejor dicho, en cualquier década. Pero en Argentina nadie discutía la potencia y velocidad que un Ford o un Chevrolet de TC alcanzaba en las extensas rutas que conformaban un Gran Premio de Turismo Carretera. Los hermanos Gálvez, y más tarde los Emiliozzi, lograron promedios elevadísimos con esos viejos autos americanos reformados por expertas manos vernáculas.
La prueba de Turismo Carretera que el Club Quilmes de Tres Arroyos había organizado para celebrar sus bodas de plata en 1954, tenía un condimento especial: se había abierto una categoría para autos sport.
Varios de los pilotos de la novel categoría se habían inscripto. Jorge Caamaño con Jaguar XK 120 pero con motor 3.500 “C”, Florencio Castro Cramwell con un Jaguar XK 120 con motor original pero equipo “C”, Tomás Mayol con un Porsche 356, Juan Gatti con un Alfa Romeo 1900 C Touring y dos Ferrari: Rafael Sedano Acosta con su 225S y Enrique Díaz Sáenz Valiente con su 375 Mille Miglia.
El auto de Sáenz Valiente era el máximo exponente europeo de lo que significaba un auto diseñado y preparado para correr en ruta abierta. De líneas sobrias, con un motor de una potencia inusitada (sobre todo en relación con su peso) y una confiabilidad única.
En medio de decenas de TC, una roja Ferrari rompía la hegemonía y sembraba la incógnita: ¿les ganará? ¿Aguantará?
Enrique Díaz Sáenz Valiente se tomó el asunto en serio, tanto que partió él mismo con el auto desde su casa, ubicada en la calle Tucumán 1441 de la Capital Federal, a paso raudo y veloz hasta Tres Arroyos. Había tomado todos los recaudos. Junto a su mecánico, Oreste Colombi, había trazado un plan de carrera y consultado a la casa Ferrari sobre el tipo de cubiertas a utilizar, las relaciones de caja y el régimen de motor.
La preparación, el plan de carrera y la habilidad de Díaz Sáenz Valiente rindieron sus frutos, y Patoruzú se alzó con la victoria, obteniendo el récord sudamericano de velocidad y alcanzando por primera vez en Argentina un promedio superior a los 200 km/h en ruta abierta. Era sin dudas una de las grandes proezas del automovilismo argentino.
La carrera se había disputado sobre dos vueltas a un circuito de 368 kilómetros, conformado por caminos de tierra y asfalto. Díaz Sáenz Valiente totalizó el recorrido en 3h 28m 24s aventajando a los Turismo Carretera por más de 35 minutos y corriendo en varios tramos a más de 275 km/h.
Atrás quedaban las especulaciones: Ferrari ratificaba la calidad de sus autos y Díaz Sáenz Valiente su clase y arrojo al volante.
El piloto le comentaba a Ricardo Lorenzo Borocotó en El Gráfico (Nº 1832, septiembre de 1954):
“La Casa Ferrari me indicó que para una carrera de este tipo debería viajar a un régimen de entre 6.300 y 6.800 vueltas de motor para tener algo de resto. A 6.300 vueltas la Ferrari con la relación larga tiraba 245 km/h, velocidad más que interesante para hacer un buen papel en la carrera. También siguiendo las indicaciones de Ferrari calcé el auto con cubiertas Pirelli Corsa tipo Pescara, que estaban concebidas para aguantar altas velocidades durante mucho tiempo. Los demás que corrían en sport tenían cubiertas Pirelli Corsa pero comunes y ninguno de ellos pudo aguantar el ritmo, todos desbandaron. En la primera vuelta cuando pasé por el primer control viajaba a 245 km/h y me resultaba difícil mirar los instrumentos a esa velocidad por las vibraciones del auto en un camino que no era una pista, y porque viajaba con la cabeza en el aire. Los pájaros fueron un gran inconveniente porque la alta velocidad del auto no les permitía levantar vuelo a tiempo, y me los llevaba por delante… chin… chin… chin…y plumas por el aire… La Ferrari terminó la carrera con la carrocería cubierta de abolladuras y el frente como testigo de los impactos de los pájaros. En toda la carrera la Ferrari consumió un litro de aceite, y las cubiertas se deterioraron sólo 1.5 mm. En cada vuelta al circuito consumió 150 litros de nafta, y las dos paradas que hice para reabastecer me llevaron solo 20 segundos cada una. Yo ya había previsto el problema de los pájaros y por eso le había pedido a mi amigo Juan Carlos Mendivil que piloteara mi avión Navion para que –volando a baja altura delante de mí– me espantara las bandadas.
Eso era importante porque yo venía con la cabeza afuera y tenía miedo a un golpe. También le había pedido a Juan Carlos que se anticipara en las tres curvas y me las indicara siguiendo el recorrido de las mismas. Pero la cosa se puso difícil, porque cuando tomábamos una recta con viento en contra, el Navion se quedaba atrás de la Ferrari y Mendivil se veía obligado a cortar camino para poder seguir delante mío…Lo que más me entusiasmó de esta carrera, además de ganarla claro, fue el hecho de que fui desde mi casa hasta Tres Arroyos manejando la Ferrari por la ruta y una vez terminada volví también andando sin ningún problema”.
Sáenz Valiente se anotaba así un triunfo único, inolvidable, lleno de historias, fijando un récord mundial y batiendo a los Turismo Carretera por amplio margen.

Fecha: 15/03/2010
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javier
Como me gustan estas historias lao, gracias.
Y si es posible, más fotos y más historias…..
Si si, ya se….a comprar los libros…je
Codatronca
Notable, Lao !!! Muy buena historia.
matt
Muy buena la historia
El Gorila Julio M.
Excelente y te felicito Lao por tu artículo que sirve para desasnar, sobre todo a los nuevos «periodistas» de automovilismo que inventan o no investigan.
Agrego lo siguiente: Según declaró Patoruzú y ampliando lo transcripto, dijo más tarde: «Hace 14 años que no corría en carretera.Enciontré un público muy disciplinado, pero no pùedo decir lo mismo de algunos irresponsables que hallé en la ruta. Así, por ejemplo, en el tramo angosto de La Dulce a Juárez en una oportunidad bloqueó mi avance el conductor de un camión. Debí seguirlo a marcha lenta más de un centenar de kilómetros sin que hiciera caso a mis insistentes toques de bocina, hasta que me decidí a pasarlo por la banquina afrontando un serio riesgo: el de que el ángulo más o menos filoso del cordón rompiera las cubiertas.» (Revista Ases y Motores)
Vale aclarar que en este caso batió el record en ruta abierta (última etapa de la Carrera Panamericana de 1953) con la salvedad que el recorrido de ésta era en línea recta. Además Sáenz Valiente soportó un fuerte viento de costado en dos de los ángulos del circuito y de cola en el restante, del llamado Triángulo de Tres Arroyos, lo que hace más ponderable su hazaña.
Horacio P. desde Rosario
Una gran historia, con mucho detalle que nos permite ubicarnos en aquel tiempo.
Se ve que la esencia (sobre todo la estética) de los autos del TC no ha cambiado, lo que no sé si es bueno o malo. Me hace acordar cuando el maestro Copello probó el Gordini que había preparado Oreste….. es para otra nota y otro análisis.
Gracias
a-traccion
Lao, excelente articulo, creo que me estoy volviendo un adicto a Retrovisiones. Gracias
TREBOLINO
Muy buena nota Lao. Un dato para aportar es que el 2do. clasificado en la Categoria Sport fue Castro Cramwell con Jaguar XK120 ,3442 CC 180 HP, 1470 Kgs. y empleo 4 hs. 14 min. 59 segs. algo asi como 47 minutos mas que EDSV. La Ferrari de «Patoruzu» erogaba 328 HP y pesaba 1260 Kgs.
El primer TC fue Oscar (Galvez) con un tiempo de 4 hs. 04 min 49 segs. a 180.718 km/h de promedio. O sea Oscar le gano al 2do. Sport (Castro Cramwell) por mas de 10 minutos.
¿Que fue de la vida de la Ferrari?
curzio43
Excelente nota Lao.
En cuanto a Oscar: gran piloto y mecánico. No recordaba que el 2° clasificado hubiera sido él.
Ganarle a un XK 120 con mecánica C no es poco.
En cuanto a la Ferrari 375: corrió por estos lares durante varios años, tuve la suerte de verla y escucharla, era un verdadero misíl.
Mike
Acá quienes lo vieron correr recuerdan siempre a «Patoruzú» y por el contraste que significaba esa Ferrari frente a los TC.
Al otro año volvió… pero esa es otra historia!!
Felicitaciones Lao!
El Gorila Julio M.
Para Trebolino:
Esa Ferrari, originariamente comprada por José María Ibáñez para los 1000 Km de Bs.As. la adquirió Patoruzú. Luego éste, al tener la «5 litros» pasó a Carlos Najurieta quien la corrió con César Rivero llegando segunda en los 1000 Km del 55. Ganó algunas carreras más hasta que fue piñada en los entremanientos y clasificacion de los 1000 Km de 1957 tanto por su dueño como por César Rivero. Antes, en 1956 había ganado las 500 Millas de Rafaela, pero con el motor de la 5 litros. En 1957 el motor de 4.500 fue montado en un viejo chasis Maserati para las 500 de ese año con Najurieta al volante y debió abandonar. Aparece la Ferrari más tarde corriendo en Brasil llegando tercera.Desaparece de la categoría al pasar por varias manos y es exportada a EE.UU. perdiéndose su rastro.
Lao Iacona
A los varios comentarios. No hay mas fotos de esta carrera y de la edición posterior, también ganada por EDSV. Es curioso, por que de las restantes carreras del auto hemos logrado muy buen material, que no fue posible en este caso. En 3 Arroyos habia una casa de fotos, TORVIC, que ofrecia en revistas y diarios del lugar tras la prueba, un paquete de 400 fotos del evento, algo que fue imposible de conseguir…Sí tengo mucho material de diarios y revistas cedido gentilmente por la gente del Club Quilmes de 3 Arroyos.
La Ferrari existe, es chasis numero 0374AM. Se exportó de la Argentina a fines de los años 80, y hoy esta en Costa Mesa, Estados Unidos en muy buen estado, con su frente un tanto modificado, pero rugiendo como en sus mejores dias.
Lao.
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