A la meca en bicicleta a motor
Jason Vogel - 10/03/2014El portón de metal en una modesta callecita del barrio Venda da Cruz sirve como ventana espacio-temporal. Cruzando la Bahía de Guanabara, sobre el puente Rio de Janeiro-Niteroi, en los límites entre esta población y São Gonçalo, y bajo el inclemente sol tropical, nos transportamos a la penuria de la Europa de posguerra.
El viaje es acompañado por un sonido ambiente distinto, notas que parecen surgir de máquinas pochocleras, pero son los pequeños motores para bicicletas puestos a funcionar por los hermanos Leandro y Antonio Franco.
Con las manos curtidas y ennegrecidas por la grasa, ellos preservan allí la memoria de las bicicletas motorizadas, antepasadas remotas de las actuales bicis eléctricas.
Si nos retrotraemos a los días que siguieron al fin de la Segunda Guerra en Europa, la bicicleta era el medio de transporte obligado. «Todo el mundo tenía una. Por eso se crearon los llamados motores auxiliares para bicicleta. Una persona visitaba un comercio especializado y podía escoger entre tres o cuatro marcas de motores. Era mejor que andar sólo pedaleando», cuenta el menor de los Franco, Antonio, un portugués de 72 años que es uno de los guardianes de esta historia.
El kit mecánico se vendía listo para andar y su montaje en las bicicletas no requería gran destreza técnica. En los conjuntos más básicos, el motor movía la rueda por la fricción de una rueda de metal en contacto directo con el neumático. No tenían cambios ni embrague y el motor se apagaba cuando la bicicleta se detenía. Para arrancarlo nuevamente era cuestión de agarrar envión con un par de pedaleadas.
La mayoría de las veces la potencia no superaba el caballo de fuerza. De esta forma, las velocidades eran modestas, como máximo unos 40 km/h. Pero eso ya transformaba la movilidad de las personas en tiempos de caminos con poco tránsito. Uno de sus mayores atributos en épocas de vacas flacas es que se podía superar fácilmente los 50 km recorridos con un litro de gasolina, mezclada con el 5% de aceite dos tiempos. El mayor inconveniente, en cambio, era que el lastre del motor apagado obligaba a hacer un esfuerzo mucho mayor para moverse a partir de la tracción a sangre.
En esa época al Brasil ingresaba todo tipo de mercadería importada y la fiebre por las bicis motorizadas se expandió en las ciudades del vecino país. De Alemania, llegaban los motores Victoria, Sachs y Zundapp, todos hechos por fábricas de motos diezmadas por efectos de la guerra. De procedencia francesa eran los VAP y los Lavallete, y Portugal también producía su propio motor, el Pachancho. De producción brasileña existieron los motores Gioiello, fabricados por la metalúrgica Bugre S/A.
Pero los hermanos Franco tienen predilección por los motores italianos Cucciollo, un salto tecnológico con respecto a la competencia. Era una joya mecánica de 4 tiempos, con válvulas a la cabeza y 48 c.c. de cilindrada. Tenía también caja de dos marchas con embrague. Su éxito de ventas fue tal que la Siata, su fabricante original, no pudo satisfacer la demanda.
Fue así que la Ducati -hasta entonces especializada en partes para aparatos de radio- entró en escena. Compró la patente del motor Cucciollo en 1946 y se lanzó al mercado de los vehículos de dos ruedas.
Leandro agarra una bicicleta, abre la llave de gasolina, engrana la segunda marcha, da una pedaleada y el Cucciollo se despierta roncando fuerte.
La fiebre de los motores auxiliares duró hasta mediados de los años cincuenta, cuando los ciclomotores, que estaban un paso adelante en la escala evolutiva de las motos, los terminaron reemplazando. Era el caso en Brasil de la Monark Monareta (una NSU hecha bajo licencia en San Pablo) y de la Gullivette, producida en Rio de Janeiro.
El lanzamiento de las Lambretta y las Vespa entre otras motonetas de fines de los años cincuenta y comienzos de los sesentas, terminó de sepultar a las bicicletas motorizadas y cuando el tiempo pasó, quien tenía motores auxiliares de bicicletas se quedó al costado del camino del progreso. Fue allí cuando los hermanos Franco se acordaron de acopiarlos.
Esa pasión por los motores venía desde el año 1947, cuando su padre compró una bicicleta motorizada para circular por Alcobaça, la ciudad natal de los hermanos Franco. «En 1949 entré a trabajar en el representante de Ducati Cucciolo en Lisboa y allí continué hasta que me mudé a vivir en Brasil», recuerda Leandro.
Desembarcado en Niteroi allá por 1958, Leandro consiguió empleo en las oficinas de Mesbla (una gigantesca tienda por departamentos con muchas sucursales, que tenía por entonces más de 8.000 empleados). Como muchos inmigrantes portugueses en Brasil, Leandro llegó a ser propietario de su propio mercado, pero nunca perdió el amor por las bicicletas motorizadas.
«En los años sesenta ya no había repuestos. Todo aquel que tenía un motor descompuesto venía a visitarme». Hoy día recuperar el magneto es la parte más compleja de la restauración. «El resto se hace», afirma Antonio, que es mecánico de barcos. En su casa tiene un torno para producir pistones, anillos y rectificar cilindros.
De esa forma, los hermanos Franco juntaron bicicletas y motores durante décadas. Amontonaban todo en un espacio reducido hasta que unos cinco años atrás aprovecharon un terreno en el barrio Venda da Cruz para organizar la colección de sus sueños.
Los motores fueron montados en bicicletas antiguas de las marcas más comunes en el Brasil de los años cuarentas y cincuentas: Philips, Hercules, Raleigh, Victoria…
En el galpón fue posible organizar y exhibir las bicicletas, ciclomotores y las motos de la colección. Demás está decir que todo funciona perfectamente. Allí nació la «Roda Motorizada», una especie de museo-taller abierto a los amigos y a quien tenga curiosidad por la mecánica.
¿Y las modernas bicis eléctricas? «Son una porquería, no andan nada. Si hay que encarar una subida, ¿cómo hacen para trepar?» desdeñan Leandro y Antonio, para quienes el aroma del aceite dos tiempos es el elixir de sus largas vidas.
Ilo. Fabricado en 1931, este motor alemán de 60 c.c. es el más antiguo de la colección. Está montado en una bicicleta Mercswiss brasileña.
Monark. En el kit ofrecido por la marca sueca en 1948, el block del motor formaba una sola pieza con el guardabarros trasero. La tracción era directamente sobre la rueda.
Lohmann. Un motor de bicicleta con apenas 18 c.c. y ciclo Diesel!!! Fabricado en Alemania a principios de los años cincuenta rendía 0,8 caballos.
Mosquito. Con 38 c.c., era fabricado en Italia por Garelli. Fue popular en la posguerra por no necesitar adaptaciones, como se ve en esta Caloi de los años cincuenta.
Cucciolo. El avanzado motorcito italiano de 4 tiempos fue el puntapié inicial de Ducati en las dos ruedas. Aquí está montado sobre una bicicleta Rabeneick.
Taxi Mundial. El conjunto formado por tanque, embrague y motor 2 tiempos Cyclemaster era montado directamente en la rueda trasera.
Gullivette. Fabricada en 1957, antecedió a la más popular Leonette y fue uno de los primeros ciclomotores brasileños. Utilizaba un motor Lavalette francés de 49 c.c.
Leonette. Fabricada en Rio de Janeiro por las industrias de Leon Herzog en los años sesentas, equipaba mecánica Jawa. Ya era una motoneta y como tal, era una propuesta muy mejorada de las bicicletas motorizadas.
Velosolex. Creada en Francia en 1946, tenía un motor que movía por fricción directa la rueda delantera. El ejemplar de la foto es de 1970.
Graziella. Motoneta italiana de 1969 equipada con un motor Sachs alemán de 49 c.c. Compacta y plegable, podía ser guardada en posición vertical.
Traducción: Diego Speratti
Fecha: 10/03/2014
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Mi Tio siempre habla de sus andanzas con una «Carabela», supongo que sera similar a la Graziella.
Charlie Kober
Excelente nota y, para mi, muy esclarecedora!
Qui-Milano
El motor auxiliar fue la primera parte del rompecabezas industrial que sacò una Europa devastada por la guerra a llegar a lo que es hoy… (un quilombo organizado..)
Todos tenian una bicicleta y especialmente en los centros urbanos o en las llanuras (norte de Italia, Francia, Alemania, Belgica) esto era el unico medio de locomocion privado y accesible (recordarse de «ladri di Biciclette» de Vittorio de Sica) nubes de operarios entraban cada dia enlas fabricas y en las ciudades…. los primeros «motorini» (como ahora todavia se les llaman a los scooters) sacaron adelante las industrias mecanicas y a estas personas a moverse con una cierta velocidd y con menos esfuerzo… en pueblos de campo, de montania o en el sur profundo y primitivo era otra cosa, ya que nada reemplazaba la mula (hasta que llegò el Apecar de la Piaggio o el Fiat Panda)
Todo esto en los anios ’50 hasta mitad de los ’60’s donde ya la Vespa y Lambretta dominaron el mercado de la mobilidad urbana privada.
Muchos de estos micromotores son obras maestras de tecnologia como bien dice Jason, especialmente el «cucciolo» (cachorro) y el «mosquito» que venia en una elegante cajita de madera (despues Abarth copiò la idea)
El Velosolex, la NSU, etc eran ya una motoneta y no una bici motorizada ya que salian completas de la fabrica…
La «Graziella» no la conocia, y es bastante moderna (asi se llama en Italia a la «aurorita» o sea la bici plegable…) parece mas una copia de la Monkey , o sea una moto para camper, mobilhome o baroa…
DanielC
Nota encantadora que me trajo a le memoria el olor a nafta podrida que salía de un motorcito DEMM que empujaba un ciclomotor Legnano que hace años compró un amigo para arreglar, trucar y usar para que después emanase olor a Castrol o aceite de ricino. No sabía que el Cucciolo era 4T y, por curiosidad, me puse a ver a cuanto cotizaba uno de esos encantadores bichos y no baja de los 1500€, dependiendo su estado.
De lo que dice Qui-Milano doy fe del Panda: estuve en el pueblo de montaña de mis abuelos hace menos de un mes con sus callecitas endemoniadas y si bien había coches modernos, la mayoría eran Pandas y de esa mayoría Pandas 4×4. Para conseguir uno en buenas condiciones por aquí hay que hacer un curso y pagar fortunas.
Qui-Milano
Danielc:
En la ciudad donde trabajo hay uno en venta, nuevo a €800 (que ya me parece un robo por un motorcito de 50cc)…pero sin los accesorios (tanque-portaequipajes, comando del acelerador, tripode, etc)
http://www.kijiji.it/annunci/moto-e-scooter/torino-annunci-torino/ducati-cucciolo-motore-bicicletta/61938295
Si ud quiere se lo compro….
DanielC
Pero está nuevo ese motor don Qui-Milano. Yo hablaba igual de un modelo de Cucciolo de época con la parte ciclo y todo. Sería lindo proyecto para entretenerse teniendo espacio y estando mas cerca de la planta baja. ¡Le agradezco enormemente la oferta de todas formas!
Javier M
Excelente nota!
La Velosolex fue bastante común en Uruguay, unas cuantas aún siguen guardadas en el fondo del garage. Había un importador de bicicletas Graziella que en los 70 trajo la moto, es un prodigio de funcionalidad con su reducidísimo tamaño, sistema de plegado y soluciones técnicas. Hace unos diez años vi sacar una, «galpón find», que estaba como nueva.
Alvaro
Excelente nota Jason…felicitaciones !!!; tuve un Mosquito montado en una Raleigh cuando tenía 14/15 años, era una delicia, el único problema, era que cuando cruzabas un charquito, el rodillo que iba directo al neumático y transsmitía la tracción patinaba como loco !!!..pero mi sueño inalcanzable en esa época siempre fué el Cucciolo, que era lo máximo !!!
cinturonga
Muy buena nota! muy buen catálogo de «bicis». Nada que ver con las garompinhas que hacen ahora. Y las eléctricas…no se…nunca use una y espero nunca usar una, pero nunca digas nunca.
Excelente las fotos también, lindo laburito. Las fotos son de Jason? ponganlennn el «copirait» ya que se tomaron el laburito!
Un carinho glande, Cinturonga.
dieguitofernandez
En las pasadas vacaciones encontré en Cordoba un museo privado de motos, donde el propio dueño del lugar y coleccionista esta presente para contar interesantes historias de las mil cosas que tiene metidas ahí adentro.
De las cosas que mas me llamaron la atención fue una moto igual a la Graziella pero en versión militar, según el así había nacido el modelo, y la usaban los paracaidistas. La llevaban plegada, en posición vertical, agarrada en su pecho, cuando estaban por tocar tierra las soltaban, para luego recuperarlas, armarlas y poder andar unos 50km, donde luego las descartaban. Me comento que después de la guerra se siguieron fabricando en versión civil.
Les recomiendo visitar el lugar, hermosa colección y muy bien presentada.
Les dejo el link del lugar y las fotos que saque yo mismo.
http://www.posadadelmuseo.com/
https://plus.google.com/photos/107399981149832106094/albums/5983788845976558561
Saludos
PD: No tengo ninguna relación comercial… solo pase de casualidad por ahi y me encanto!
enabe
Las Graziella fueron importadas por Motociclo. Si te fijas la rueda delantera esta como muy atras, por lo que si agarras un pozo es muy probable que des con tus huesos en el suelo. Esto trascendio y no se vendieron. Pasado el tiempo ,el capataz de la fabrica propuso modificarlas y les incrusto una horquilla de otra moto. Quedo horrible, pero andaba mejor y lograron venderlas (habia como 500 )
Pablo Felipe Richetti
Mi primer bici fue una Graziella, verde claro, plegable, rodado 16, una hermosura. El motor que tuvo adosado era una «bombucha» bien inflada atada a la horquilla y al tocar los rayos en movimiento la convertían en una moto poderosa…,recuerdos de la infancia cuando en los barrios los chicos podíamos andar en bici tranquilamente.
Excelente nota, gracias Jason.
Javier M
Estimado Enabe:
Me acaba de sacar una duda existencial! Estaba casi seguro de haber visto con los dos tipos de horquillas, pero mi mente no da para tanto.
La 16 si que la deben haber vendido como pan caliente, soñaba con una. Un amigo tiene una Oro guardada, pero la verdad me gustaba más la común, menos lío y no había que cuidarla tanto.
Preciosas bicicletas.
morgan.
Aca faltan las fotos de las Zanella Bambina y de una 48 TM. Aprendí a andar en moto a los 7 u 8 años en una Zanellita con pedales que tenía mi viejo y les tengo especial cariño a todas.
Richetti, yo hacía lo mismo con mi bici Monark con cambios (pesaba 200 kg en orden de marcha) y si se pinchaba seguía tirando cambios a los gritos.
Eirwal
¡Grandes recuerdos! Allá por la década del ’60, a los quince años accedí a mi primera motorización: una bicicleta Phillips negra, rodado 28” y frenos varilleros sobre la cual iba montado (más bien colgado) un motor Bianchi 45 cc de 2 tiempos con transmisión a rodillo dentado sobre la cubierta trasera. Sobre el portaequipajes iba el tanque de combustible, originalmente de una Siambretta 125 Standard que le otorgaba una autonomía prácticamente infinita.
Además de divertirme recorriendo todas las calles y avenidas del Norte del Gran Buenos Aires, siempre a fondo, también sirvió para abrirme las primeras puertas a los secretos de la mecánica. Entre varios libros de motos que tenía mi viejo había uno (“Speed and how to obtain it”, publicado por la revista “The Motor Cycle”, que aún conservo) que inspiró mis primeros escarceos en la preparación. Recuerdo claramente mis dedos entumecidos tras largas horas invertidas en el pulido artesanal de lumbreras con trocitos de tela esmeril. Con una ayudita de los pedales lograba una aceleración sorprendente (mejor que muchos patéticos ciclomotores de embrague centrífugo que se volvieron tan comunes por los ’90) y llegó a desarrollar una máxima de 50 Km/h (bastante más cuando me largaba por alguna de las barrancas de San Isidro). Entre las contras podría anotar el notable consumo de cubiertas traseras que, además, con el desgaste del dibujo aumentaba el patinamiento, afectando la aceleración.
La tuve durante dos o tres años luego de lo cual la entregué en parte de pago de una Gilera 150 modificada estilo “café racer” con asiento banana y todos los chiches. Pero eso ya es otra historia…
Daniel Perelli
Tengo una bicimoto armada con un motor chino, hace casi un año, compre el kit y lo adapte a una bicicleta inglesa, una diversion en cada viaje..